Whos that girl!

Hola (:
Os doy la bienvenida a mi blog.
Espero que os guste y os divirtáis con el :D

lunes, 15 de agosto de 2011

¿Hice bien con esto?


Las cartas sobre la mesa,
los trucos gastados...
Palabras dichas,
actos realizados...

Canciones que te harán recordar...
y canciones que te harán olvidar...
Pasado que siempre volverá,
pero en el ayer quedará...

Sueños, promesas, actos
rotos...incumplidas...inactivos...
Desdichas que vendrán...
Para un nuevo mañana comenzar...

Errores cometidos...
harapos enmendados...
Cartas sobre la mesa...
La suerte está echada...


[Jess]

viernes, 5 de agosto de 2011

Detrás de una mirada.

Una mirada habla, calla, grita, ama… Una mirada toca, abraza, acaricia, besa… Una mirada une a dos desconocidos y por un instante los hace uno… Y algunas miradas, solo algunas, hacen que ese instante dure para siempre…

No sabría decir por qué levanté la mirada ese día, ni por qué mis ojos se clavaron en él, ni siquiera sé por qué escogí ese camino y no cualquier otro… Sólo sé que allí estaba yo, una chica normal, un día cualquiera a punto de cruzarme con unos ojos que lo cambiaron todo…
¿Casualidad o destino? Y qué más da… Supongo que al final lo único que importó es lo que vi por primera vez.
Fue al cruzar el parque, como cada tarde, cuando al oír que el reloj tocaba la cancioncilla entera antes de dar las campanadas me sorprendí. Era la única hora en la que la musiquita sonaba hasta el final, qué detalle tan tonto…
Nunca había pensado cuántas cosas pequeñas e insignificantes nos cambian la vida cada día, hasta entonces. Y es que ese detalle hizo que levantara la vista para mirar hacia el reloj y mis ojos se cruzaron con los de un chico que pasaba justo a mi lado…
No sé cómo explicar lo que sentí, pero ¡fue increíble…! Él sonrió y apartó la mirada para seguir su camino. Y yo me quedé atrapada en aquel segundo de conexión entre los dos.
Cuando me quise dar cuenta, una sonrisa de felicidad se había dibujado en mi cara… ¿Pero qué me pasaba? ¡Si no lo conocía de nada! ¡Qué tonta me sentía!
Aunque me parecía absurdo, aquella noche me fui a dormir con una única imagen en mi mente: su mirada, su dulce mirada ¿Qué se escondería detrás de ella?

            Once, once eran los días que habían pasado desde nuestro primer encuentro, once eran las veces que habíamos vuelto a mirarnos. Once días, once miradas y un solo deseo: conocerlo. Saber quién era. Qué pensaba. Qué sentía… Y es que puede parecer una auténtica locura, pero aunque ni siquiera sabía su nombre no podía dejar de pensar en él.

            Cada tarde corría al parque a la misma hora de siempre, para escuchar sonar el reloj y esperar el momento de verlo, sentía que tenía que decirle algo y justo cuando iba a hacerlo… las palabras se me borraban de la mente y mis labios parecían sellados. Pero aquella tarde iba a ser diferente…
Me senté en uno de los árboles cercanos al lugar de nuestro encuentro y esperé a que el reloj volviera a sonar, pero antes de que lo hiciera… ¡él apareció! Mi corazón volvió a latir con solo esa fuerza que él conseguía despertar… De nuevo nuestros ojos se buscaron y coincidimos en una mirada tan fugaz e intensa como las veces anteriores… Sonreí y, al volver a levantar la vista disimuladamente para verlo pasar, me dí cuenta de que se había sentado muy cerca de mí apoyado en unas piedras.
No sé si pasaron diez minutos o dos horas en las que nos miramos mil veces… Nuestras sonrisas se cruzaban cuando lo hacían nuestros ojos… ¡Fue una tarde mágica! Lo tenía tan cerca y a la vez tan lejos… ¿Me atrevería alguna vez a decirle algo?
Mientras me perdía en mis pensamientos, él se levantó y recogió sus cosas. Me quedé mirándole y deseando que se girara una vez más sólo para despedirse, aunque fuera sin decir nada. Y después de dos eternos segundos volvió la vista atrás y me echó una mirado de reojo, una mirada que decía mucho más que cualquier otra despedida…

            Una noche más estaba en mi cama intentando adivinar su nombre, no necesitaba saber nada más, sólo necesitaba saber cómo llamarle, cómo dirigirme a él… El resto lo había descubierto en sus ojos, era como si le conociese de toda la vida… Cada vez que nos mirábamos me daba cuenta de que sabía algo más sobre él.
Podía imaginar de qué increíble manera sería tenerle a mi lado, cómo sería su voz, sus caricias, sus abrazos e incluso… cómo sería nuestro primer beso. Y es que nuestras miradas hablaban por sí solas, sin necesidad de palabras; sé que es difícil de entender que sin cruzar una sola palabra puedas enamorarte de alguien. Pero los sentimientos surgen en cualquier instante, en cualquier lugar, entre dos personas que se cruzan, dos personas que se cogen de la mano, dos personas que se escuchan… o dos personas que se miran. Y ahora solo necesitaba saber si él sentía lo mismo que yo, si él había leído en mis ojos lo mucho que deseaba acercarme.

            Pero para eso tenía que atreverme y me daba tanto miedo… ¿Qué pasaría se al confesarle lo que sentía rompía la magia? ¿Qué pasaría si no volvía a mirarme como lo hacía ahora? ¿Y si estaba con alguien…? Prefería seguir imaginando a través de su mirada que cerrar los ojos para siempre…

            Me había acostumbrado tanto a él que no pensé que algún día todo podría acabarse. Y esa tarde llegó. Estaba esperando en el parque cinco minutos antes de lo normal cuando alguien me tocó en el hombro por detrás. Por un momento, y antes de levantar la vista para ver quien era, se me encogió la tripa… ¡¿Y sí era él?! Pero el sueño se desvaneció en cuanto reconocí la cara que tenía delante.
Tan solo era Pablo, un compañero de clase. Ni siquiera sé qué me estaba contando Pablo, cuando la música del reloj empezó a sonar. Sólo unos segundos me separaban de ÉL. Pero cuando el reloj paró, lo único que pasó fue que la voz de Pablo siguió retumbando en mi cabeza durante varios minutos. Luego él se fue y yo me quedé sola, esperando un encuentro que nunca llegó. Y así fue cada tarde a partir de aquel día…
Los ojos que tanto buscaba habían desaparecido y quizá no volvería a verlos jamás… Me arrepentí mil veces de no haberle dicho nunca nada… Quizá si le hubiera parado, si le hubiera preguntado su nombre… ¡ahora todo sería diferente! Pero había perdido mi oportunidad y ahora sólo podía soñar con volver a verle…

            Los días eran muy largos desde que dejé de encontrarme con él. No tenía ganas de nada y, aunque seguía pasando por el parque a la misma hora esperando volver a verle, cada vez tenía menos sentido… Por eso cuando Lucas me dijo de ir a tomar algo esa tarde, acepté. Estaba trasteando su móvil mientras hablábamos y de pronto reconocí a alguien en una de las fotos… ¡Era el chico del parque! “Luc, ¿quién es este chico? ¿Lo conoces?”, “Sí, pero no tienes nada que hacer con él… Está súper pillado por una…” dejé de escuchar, no valía la pena, no necesitaba oír lo que yo ya sabía. Él estaba enamorado de otra y yo no existía en su cabeza… Eso explicaba que ya no pasara por el parque, tendría cosas mejores que hacer… Lucas seguía hablando: “no sabe ni siquiera como se llama, es una locura… sólo la ve de vez en cuando… Se cruzan por las tardes, justo cuando el reloj del parque…” “¡Toca la canción entera…!”, Lucas puso cara de extrañado al oírme acabar su frase: “¿Cómo lo sabes? ¿También la conoces?” ¡No me lo podía creer! ¿Me estaba volviendo loca? ¿Podría existir una casualidad así?

            Con el corazón a mil miré mi reloj, solo quedaban diez minutos paras las cinco, la hora en la que el reloj tocaba la canción, la hora en que volvería a ver esa mirada, que quizá sí era para mí… Me despedí con prisas y salí corriendo… ¿Y si ya era demasiado tarde? ¿Y si él ya no creía que valía la pena volver a vernos? Llegué al parque llena de dudas y miedos y esperando oír la música de aquel reloj que volvería a dar paso al mejor momento de los últimos días. Nuestro encuentro.

            La música empezó a sonar, cada nota aceleraba el ritmo de mis latidos y mi respiración… La última nota del reloj dejó el parque en completo silencio. Y es que ya no podía oír nada, ni siquiera podía ver la gente que paseaba a mi alrededor. Mis ojos sólo buscaban una cosa, mi mirada sólo le buscaba a él… Pero no estaba allí.

            “Quédate en el parque, alguien va para allí… Lucas” ¿A quién se refería Lucas? Entonces una voz se oyó detrás de mí: “Hola”. No necesité girarme para saber quién era, porque su voz era como la imaginaba. ¡Era él!

            Me di la vuelta y nuestros ojos se encontraron como la primera vez… Sonreímos. “Cuando Lucas me ha dicho que te conocía, no podía creérmelo… Yo… He pensado en ti muchas veces… Pero el otro día te vi con aquel chico y pensé que no tenía nada que hacer. Y es imposible olvidarte”. ¡Me había visto con Pablo y creyó que era mi novio! ¡Por eso desapareció! “No estoy con nadie…”. “Eso me ha dicho Lucas y no sabes cuanto me alegro…”

            Los dos sonreíamos sin parar… “Por cierto, me llamo Álex”. “Yo, Clara”. “Toma, esto es para ti, lo he llevado encima desde que te vi. Lo escuche y pensé que hablaba de ti…”. Álex me dio un papel con dos frases de un poema y entendí por qué tenía que ver no nosotros: “El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada” Era verdad. Álex se acercó y me besó en los labios, pero los dos sabíamos que ya nos habíamos besado mucho antes, cuando nuestros ojos se encontraron en el parque…

[Jess]


miércoles, 3 de agosto de 2011

I'm not afraid! xD

No tendría miedo si apareciera alguien con un cuchillo, ni si apareciera Freddy en mi casa...
Pero estar vistiéndome y que la luz de mi cuarto se encienda y se apague repetidas veces (después de haber cambiado la bombilla esta mañana...) siento decir que me caga de miedo...
:S






[Jess]